¿Qué aprendimos de la pornografía y qué diferencias hay entre el porno y el sexo real? Si tenés entre 20 y 40 años muy probablemente hayas visto tu primer pito o tu primera pepa en una pantalla, ya sea la de la tele o la del monitor de un cyber café. ¿Qué despertó aquella revista que le pediste al hermano mayor de un amigo?
Con el tiempo la tecnología avanzó y logró evitarnos los momentos incómodos de visitar la sección porno del videoclub. Gracias a internet ahora es mucho más fácil disfrutar desde la intimidad y privacidad del hogar. Sin embargo, surge la inquietud: ¿hasta qué punto los estímulos del porno suplantan el contacto personal?
La pornografía no sólo es entretenida y satisfactoria, es didáctica. Nos da la pauta de qué tenemos que hacer antes de enfrentarnos al sexo. ¿Pero es también adoctrinadora? ¿Determina cómo nos movemos en la cama o dónde sea que estemos teniendo sexo?
¿Cómo fue esa primera vez que viste porno de un VHS o DVD? ¿Cómo lo vemos al día de hoy? ¿Qué papel juega? Esa máquina gigantesca de producción de fantasías y deseos que es la pornografía tiene una enorme influencia en nuestras vidas. No es descabellado plantear que en algún momento de nuestras vidas todos nos sentimos interpelados por ella. Ante la aparición azarosa de una escena de felación o cópula algunos prefieren cambiar de canal aturdidos y otros nos quedamos a ver, movidos por la calentura y la curiosidad, a ver qué lección podemos aprender. Todo ha cambiado para el porno con la llegada de internet, pero lo que no cambió fue su rol protagónico en el despertar sexual. De hecho, el porno de hoy no es el mismo que el de los noventa y actualmente existen muchos tipos de porno. Amateur, Cosplay, Fetish, Gonzo, Hardcore, Hentai, MILF, Voyeur son algunas etiquetas que vas a encontrar en cualquier sitio porno que visites. La única diferencia en el ritual es que hoy, en vez de esconder un casete en tu mochila, tenés que asegurarte de que no te agarren mirando youporn.
Ahora, surge la duda: ¿las enseñanzas del porno nos sirven para la vida real? Parece ser una información que uno decodifica, traduce y adapta a su manera en el encuentro sexual con otra persona. La pornografía ha ido mutando en la medida en que los deseos colectivos han cambiado. Asimismo, existen desde largometrajes hasta videos cortos que duran lo que una paja. Por otro lado hay un nuevo porno que se asoma a medida que las mujeres se acercan a sus propias curiosidades. Lejos de los estereotipos sexistas del porno mainstream, plagado de mujeres plásticas como único objeto de deseo de hombres inmutablemente viriles, el porno feminista se centra en el punto de vista femenino y deja de limitarse al simple placer, imágenes y servicio a la psique masculina. De igual manera, sea del tipo que sea, es necesario diferenciar el realismo cinematográfico que aparece en pornografía del sexo real. La escena sexual filmada, por más realista que parezca, no deja de ser un guión seguido por actores que saben que están siendo filmados y tienen la disposición emocional correspondiente. El porno es un espejo distorsionado: refleja de manera exagerada y a veces paródica lo que nos gustaría que pase en la realidad, nuestro deseo. ¿Y por qué cogemos los humanos? Por deseo. Mientras tengamos deseo, vamos a coger, y mientras haya un deseo esperando ser satisfecho, vamos a tener porno.